Paulina Ortega M.

El poema de Paulina

Creía ver colores diferentes en el sol cuando en realidad,

lo cierto era que, el sol veía colores diferentes en mí.

 

Aquel día el sol se mostró como siempre, pero yo no.

 

Tú, sublime tú, alcanzaste todas las victorias con tu santa mano.

 

Alcanzaste todas mis fallas, con tu

pureza deslumbrante y absoluta como tú, como tú.

 

Alcanzaste todas mis dolencias, con perlas traslúcidas

empapando tu semblante y manos dispuestas

a temblar con todo, para todo, para mí.

 

Alcanzaste todas mis enfermedades, derramaste tu vida como un

perfume que permanece y me envolviste en tu amor.

 

Alcanzaste toda mi oscuridad, porque en tí,

amor mío no hay ninguna oscuridad.

 

Alcanzaste todas mis muertes, una a una las desvaneciste

con tu palpitante soneto de amor.

 

De esta sinfonía de amor, se podría decir.

La transfusión completa.

 

Yo, frágil yo.

Tú, fuerte tú.

 

Pues tú, sabías que yo era frágil, pero

también sabías que tú eras más fuerte, y tu compasión es sincera.

 

Aquel día te mostraste como siempre, pero yo no.

 

Aquel día tú fuiste el mismo, pero yo...

jamás volví a ser la misma.