Entre verdes pastos, caminando estoy, por praderas con paisajes dignos de un ruiseñor, de un hada, del calor del sol que dichoso entona una canción.
Marco mi huella en el sendero que voy dibujando con mí caminar, y me percato que no ya no puedo avanzar Pues ya no es verde mi existir.
Ya no está el cantar del ruiseñor, el juagar de las hadas, el calor del sol y su magnífica canción,
Miro a los lados miradas desilusionas, mal humoradas, desgastadas.
Detengo mi transitar para intentar solventar los errores que por años se han debido alivianar,
Pero ya no hay camino, ya no hay cantar, no existe más el verde en este nuestro andar,
Tampoco existe el mar, quizás sea porque en nuestro andar ignoramos el llorar,
De las hadas y del mar, del ruiseñor y el corazón, del sol y su canción,
Olvidamos que tenemos corazón.
Contaminadas las aguas están, no es sano nuestro respirar, hemos ignorado que este orbe está por terminar.
No existe ya el vuelo del ave, ni el nadar del pez, no existe el hombre,
Ignoramos el cantar y ahora solo debemos aguardar y comenzar a llorar.