Cada amanecer te levantas sin tocar tus recuerdos, porque en ese estado aún no duelen, tu mente en blanco transita por un océano donde nada importa, a medida que el tiempo pasa, vas vislumbrando en el horizonte, la orilla y en ella una playa tan inmensa, que te permite observar cada uno de tus sentimientos de culpa, resentimiento, odio, amor, desilusión… y otros tantos que no quieres ni mirar; y como por obra del destino cada ola te empuja de manera brusca a tu realidad, y tu barca se sacude, comenzando a pensar que tal vez sea mejor volver atrás, en el instante que transcurre entre dormir y despertarse, pero ya es demasiado tarde, tus sentimientos te abordan, y si fueras feliz tal vez no sería tan difícil levantarse.