Los suspiros llenan la habitación.
Y las horas pasan,
Y mi estómago vacío ruge.
Déjalo... ¡echa de menos las mariposas!
Y después de los suspiros, una lagrima
que trae con ella el desconsuelo total.
Y te veo a tí, recogiéndolas una a una.
Como siempre hacías, como nunca más harás.
Ya no quedan lágrimas, sólo el vacío
la soledad y la amargura.
Tu ausencia, cómplice de mis demonios,
que han vuelto, que aquí se quedarán.
Vuelve el silencio, mi viejo compañero
e intenta esconder su recuerdo.
Haz que desaparezca.
Y con el, mi dolor.