Apeirofobia.
Los días improvisan versos difusos,
Las apologías propias defienden lo indefendible.
Amontonados están los planetas en el borde de tus límites
Ahí, en aquel lugar imaginario donde mueren los lugares.
Los Ataúdes rasgan las siluetas de lo absoluto,
El seudónimo vaga por la inutilidad de existir.
Las lecturas anacrónicas destruyen la morfología del mundo
Desperdigando las asperezas genéticas de lo infinito.
Todas mis heridas tienen dedicatoria…
Todas mis partículas se volvieron masoquistas…
Los lugares emblemáticos ya son solo parte del paisaje
Hoy soy solo parte de las partes que quedaron de mí mismo.
Las búsquedas te buscan usando todos los métodos
Las caricias extrañan tu extraña metodología.
Tiritan, amontonados, los cimientos trágicos de lo absoluto
Rememorando puñados de promesas cubiertas de metafísica.
Las hipérboles están cansadas de exagerar lo inevitable,
El palpitar de mis versos quiere escapar de mis bolsillos.
Las cosas contemplan los rincones donde no estas
Carcomiendo los colores cálidos de todos los ecosistemas.
Hoy los méritos se visten de pánico,
Las caricias muertas definen lo que fue indefinible.
Crucificado yace el mundo en el interior tus gemidos
Emanando sonidos perdidos en sus propias profundidades.
Y entonces la omnipresencia se acabó
Los insomnios comenzaron a materializarse.
Se aferran las eternidades a la extensión de tu silencio
Adjudicándote completamente el significado de “infinito”