andrea barbaranelli

A deshoras

Una puerta se abrió sobre la tarde

(una tarde antigua y neblinosa),

salió invadiendo la calle tranquila

un lejano arrebato de palabras.

 

De pronto las esquinas se animaron.

Todo empezó como en un tiovivo.

 

 

Cuelgan quietas las hojas de los árboles

el tiovivo del cielo está parado.

Hay un montón de trastes sin uso

en la buhardilla de la vieja casa.

 

 

Una puerta se abrió, y he salido.

Me he sentado en el borde de la acera

espiando la animación de la deshora.

 

A las niñas con lazos en las trenzas

que rozan la tierra con la mano

las miré con nostalgia dolorosa.

 

Ya se acabó. El telón ha bajado.

De una acera a la otra: una distancia

insalvable en el tiempo de una vida.