Que si tú fueras mi fuerza
los luceros bajaría
para iluminar tu senda
recorrida día a día.
Montaría uno tras otro
para hacerte una luminaria
y llenar tus trenzas de colores
para el destello del alba.
Escogería los más hermosos
iluminando tu cara
y tus labios tan frondosos
esos de color escarlata.
Y rodearte tu blanco pecho
dando brillo a tus montes
para desearme la suerte
de tu piel azirme suavemente.