Los dos. Soneto
La luna cobijaba la arboleda
bajo las ramas, sombras que danzaban
en el aire quedaba olor a greda
y nuestros cuerpos tibios se juntaban.
Rumor de agua en la laguna, muy queda,
los invisibles grillos que cantaban,
tú como la mitológica Leda
que en el cisne sus brazos se enredaban.
Así la luna fue siendo testigo
de una velada plena de ternura,
de ese maravilloso estar contigo.
Libres de sobresaltos y premura
ya del silencio hicimos nuestro amigo
y de los labios mínima fisura..