Como un vulgar ladrón voy tras tus pasos,
escondido entre las sombras de un ocaso,
no me niegues tu amor dulce princesa,
déjame seguir siendo el dueño de tu corazón
y fiel guardián de tu alma.
El tren ha partido sin retorno,
te espero aun sabiendo que no volverá.
Mi poema llora, mis versos son tejidos
con hilos negros de melancolía.
Soy como un niño hambriento que suplica
una miga de cariño,
dale aunque sea la que cae de tu mesa.
Ando por el mundo cual vagabundo
buscando tu imagen en cada rostro.
Quiero ver tu sonrisa cautivadora
escuchar de tu voz un te amooo,
sé que es imposible pero aun te espero.