Aún dentro de este encierro puedo verte,
mujer maravillosa y adorada
que todo lo que emprende lo consigue,
y que ama a los que ama como a nada.
Te aprendo a los borrones. De tan torpe,
provoco tu estallido y se te pasa.
Y entiendo la medida de mi suerte:
se ve que sos de miel, hasta enojada.
Si se suman las cuentas a pagar
con bonificaciones en tu haber,
va un Plus por seductora natural;
doy otro por hacerme enloquecer.
A la excelente madre premiaría,
más otro Adicional por elegancia.
Y nunca entendí cómo pretendías
que no me enamorara de tu magia.
Este embudo de amor, donde he caído
lenta, continua, inexorablemente
fue trampa sin querer; sólo por eso
no te llamo tramposa, ni en mi mente.
El grito atormentado que te nombra
y pide me liberes, que atrapada,
sin chances más que tu misericordia,
ya mi alma se retuerce, enamorada.
(Admito un cierto encanto de mi encierro:
al menos desde aquí veo a mi amada
vivir su libertad, volar su vuelo
y ella también me ve, sin hacer nada).
No es para huir, sino para besarte,
confío en que me sueltes algún día.
Dios deje que ese día te equivoques
y caigas en la trampa de mi vida.
Edu Fantini