Hace mucho que no me encuentro, hace mucho no me siento a gusto, cambio de lugares, cambio de decisiones pero aún así no me siento completo.
Sospecho que alguna parte de mi se rompió aquella tarde de abril, cuando me dediqué a esperarte, a buscarte en tantos lugares y no estabas. Ese \"yo\" tan completo que miraba en aquel espejo ya no estaba, se había perdido. Y sólo me quedaba tener que esperar, pero también buscar. Comencé.
Estuve 209 noches y 120 días buscando alguna salida, buscando otros cuerpos, buscando otros besos. Pero sencillamente en nada se parecían, no podía reemplazarte. No podía remplazar un jazmín, con las pequeñas espinas de una rosa, no podía remplazar la calidez del otoño, con el frío viento de un invierno. Ellas jamás serían tú. Hasta que llego mi resignación.
Los días y noches que faltaban para completar los 365 días del año, no te busque. Me dediqué a llevarte en mi memoria llena de olvido. (Seguía sin encontrarme)
Llego abril otra vez, me senté en nuestro viejo café, en donde tantas veces te vi tomar té, y allí estabas. Tan joven, como si no hubieran pasado más de 365 días, más delgada, como si el tiempo te hubiera consumido, más fina, como si el transcurso de las estaciones te hubieran cambiado.
Ya no pedias té, ahora pedias café, lo pedías amargo, como el gusto de mi soledad. Leias el periódico, ya no llevabas contigo las infaltables novelas de amor, tenías tu cabello suelto, se te notaba más relajada, más bonita. En cambio a mi, el tiempo me jugó una mala pasada, me volvió más viejo, más triste, más inútil. Quizá su belleza, su ser, era lo que a mi me mantenía vivo. Mis manos cargaban infinitas nostalgias porque extrañaban su suave tacto, mis ojos cargaban infinitos insomnios de noches y días enteros sin poder dormir, por esperarte tanto a ti. Y mis labios estaban cargados de melancolía, secos por tanta falta de tu amor.
Y ahí estábamos, vos y yo, ya no siendo dos, ya no formando un \"Nosotros\"
Dos desconocidos, dos extraños, que alguna vez compartieron noches de amor, dos desconocidos que se conocían muy bien, pero que ahora compartían mesas distintas, gustos distintos.
Quizá verte me haga encontrarme o quizá me pierda más, porque a raíz de tu ausencia solo me quedan caminos tristes que soportar.
-Denise Arredondo