Jordan Sanchez

De lo dicho y de lo que he de decir

Dirás tú cómo mece el viento tu sombra.
Cómo extrañas arpas colosales sonidos atrapan tu voz.
Repítelo con el labio carnívoro, molusco marino tentáculo
caricia-vértigo, trozo de ansiedad, división molecular del nervio.
Con la palabra encendida de alma, veloz infarto-dilatación de ser.
Arroja la realidad en un frasco de vidrio fundido,
funde tu parcela: Así en esta otra acera, llano camino pedregoso

Y por un horizonte el mar se agita ola a ola, líquido lenguaje.
Toda la ola en contraflujo: La ola contra ola y ola que confronta.
Luna estremecida, marea invasora de los continentes
suspirando al cielo: paroxismos infinitos, suspiros larguísimos
que se vuelven ventarrón de todas las ventanas posibles.
Que se vuelven  murmullo en la noche venidera.
Agitado suspiro, cómo busca con su mano inexistente tu pecho:
Pulmón implacable, solitario protegido por tu mirada-muralla.
Exhalación de todas las estaciones: peregrinaje entre los yos de ayer y  hoy.
Suspiro que aspiro, que aspira a ser respiro cercano a tu cuerpo.

Diré yo como atrapa el tiempo tu imagen.
Cómo los cedros y sus hojas color vida trepan por mis ojos.
Cada espacio entre latidos, consistente naturaleza viva.
Cada parpadeo impacientado que aguarda inmensidad de planeta.
Mencionaré cómo este helado pecho se derrite a diario.
Abrazaré cada palabra que se parezca a tu nombre,
nombre, vez tras veces, cansancio, incansable morada de deseos.
De tus gestos implantados en  cada estrella: Temblor de cielo.

Y dirá la noche que noche a noche come mis pupilas:
─“En sus ojos estaba el mundo y en su mundo: otro mundo, otro mundo.
Solo ella sabe.
Es tan cojo el amor (de él) y es tan ciego el olvido (de ella)”.