La vida, las injusticias
y mis tropiezos en mi camino,
me enseñaron a guardar mis silencios, a llorar en soledad
y aceptar mis pasos caído al vacío de mis falsas ilusiones.
Me enseñó a aceptar la indiferencia, a guardar en la valija de mis sueños las desilusiones y la indiferencia de quienes creí que me amaban, me enseñó a guardar mi desencanto y a negar mi propio sentimiento.
Aprendí que con una sola lágrima
Me dije a si mismo la ruta que debían tomar mi vago caminar,
guardando en mi propia vos y mi propio silencio el signo de mis sueños.
(Lauro B.)