Las ráfagas marchitas...
rodeaban su figura en espirales.
Su ausencia se desplaza...
esponjosa en sus cristales.
Y una lánguida...
excrecencia desbocada
en el vacío,
mira sin pábulo la larga
alameda vespertina...
que se anuda en el olvido.
(OH GIRASOLES
AMARILLOS...
APENAS DESCUIDADOS
UN INSTANTE, EN EL PLIEGUE
DESAMORTIZADO DEL RECUERDO).