Que nadie nos despierte
Que nadie nos separe
cuando estamos encerrados
y hundidos
en el silencio en que la luz nace;
Quien sabe de nuestros rincones
y quien, donde se quedaron nuestras extremidades;
quien descolgará
nuestras manos de los techos
y nuestra piel de la cornisa
de las nubes;
Nadie fue testigo de nuestras tormentas
y los kilómetros de silencio
que calentaban nuestros costados
¡Ah tardes moribundas!
con sus nudos disgregados
en su lujuria.
¡Ah rincones ensimismados!
en ellos me voy quedando
¡Solo!
Me he quedado sin alma
y lo disfruto
me he quedado roto y estrangulado
y lo disfruto
el dolor merodea con sus clavos
y no sabe dónde asirse
y lo disfruto;
Te fuiste con tu cabellera alada,
con tus luces
y esos cúmulos de pura vida
que me alimentaba el alma;
Quien sabe cuánta hoguera
aprisionada aun me queda
y cuanta sombra sobrevive
alrededor de mi vino fúnebre;
En esta noche que miro el horizonte
algunas luces
se apoderan de mis ojos
y te imagino allí en el infinito
llenando el vacío de los desamparados;
Esas luces resbalan trémulas
hasta este abismo
para solo estar en mí y en tu recuerdo
como un remanso de paz
en este desierto de sombras
que ha quedado;