Víciame con tus cantos de sirena,
negra sombra, ardor patético, rojo
espontáneo… Aférrate a mi conciencia,
o dale alas a la tuya; acostúmbrame a no ser
único, reservado y doloroso. Intuyo
un mañana congelado en abortos;
imagino seres infectos reposando en la cabeza
de P.A.M., la prostituta que nunca supo
que lo era, por ser, en fin…
Me llegan noticias de que los necios
sufren la enfermedad de la sopa boba;
dónde se encuentran los ladrones de cuerpos
cuando presento al mundo siglas
y actitudes correctas.
Víciame con tus logros y tus prodigios
y yo te obsequiaré con un cascabel que sostenga
la estupidez que ostentas.