Sus sonrisas serenas, melancólicas,
inspiraban poemas muy piadosos,
mas sus labios sensuales y carnosos
despertaban pasiones hiperbólicas.
Sus miradas dormidas, tan bucólicas,
me llevaban por templos religiosos,
sin embargo, sus senos tan jugosos,
eran copas de amor, tan catabólicas.
Con palabras devotas y católicas
me negaba sus dones primorosos,
mas mis artes románticas, \"diabólicas\",
\",
despertaron sus sueños ardorosos;
y viajamos por nubes tan eólicas
donde brillan los fuegos tempestuosos.
Autor: Aníbal Rodríguez.