Condenado a navegar por mis dudas, fijé un día mi mirada en el horizonte, analizando las salidas que habían en mi vida, abrí las velas, y fijé el rumbo de mi vida pensando que la tierra era plana, llegando al abismo de mis lamentos, y si solo hubiese una tormenta más, me caería en dicho abismo, entonces sorteo mi barca con cada tempestad, recojo las velas, y me divierto jugando entre lo que soy, lo que era y lo que podría ser, quisiera un día despertar estando en mi destino, pero mi barco es pequeño, y mis esfuerzos pocos, siento tristeza, siento que no podré llegar, imagino un camino a través de los mares, que me lleve donde quiero estar, no sé si está lloviendo o simplemente mis lágrimas no me dejan ver, pero entre ese llanto ensordecedor y agobiante, creo ver la luz, aunque tenue y lejana, me alejo del abismo solo un poco, pensando en que más adelante una tormenta me golpee; río, canto y bailo para evitar que mi cordura se vaya al abismo, y creo que talvez haya llegado mi momento de esperar, a que mis angustias se vayan para así poder avanzar.