Alumbraste mi camino
en un día sin sentido.
Surgiste de entre las sombras
cual luz al despertar.
Pasó el tiempo.
Y tu ausencia fue mortal.
Mi mente se volvió glacial.
Tu imagen siempre a mi lado.
Silencio que fue letal.
Pasaron las fiestas,
primero la navidad,
luego, el año nuevo,
y las horas se hicieron lentas,
en esas noches friolentas.
Esperaba que amaneciera,
para volverte a buscar,
y corriendo fui a tu encuentro
tan sólo para poder respirar.
El destino no existe en la inmensidad.
Pero me acercó a tu beldad.
Quisiera pensar en tu presencia eterna,
por temor, a no volverte a mirar.
Vivimos en dos mundos distintos,
tú, caminando sobre la primavera,
yo, viajando en el ocaso del otoño,
y al no entenderle a las estaciones,
traspaso mis ilusiones,
ilusiones que vibran como verdades,
verdades que se acercan a lo hermoso,
sueños que se vuelven armoniosos.
Vidas que se unen en el fin de las edades.
Sí, eres mi musa.
La inspiración de este verso.
Que trasciende el universo.
Que acompaña una excusa.
Excusa que enaltece a mi musa