Ñangotar
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Humillado ante Dios,
soy el abyecto sin un adiós,
porque todo o nada,
es ñangotar mi alma,
nada más que el silencio,
si se abastece de calma,
cuando abres el deseo,
en la consciencia,
cuando es una ausencia,
lo que no permite aquí,
a desnudar un sólo por qué,
por que desde mis adentros,
sólo quise dar de tí,
y en ñangotar,
queda mi alma por callar,
en ser humillado,
y nada más,
como la voz del interior,
que no cesa de llover,
desde tu inmenso querer…
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