Rigo F. Garay

Corazón sustituto II

II

Con el arrullo rítmico de los grillos, llega la noche; que arropa de serene oscuridad y de brillos tiritantes estelares. Mientras qué el que escribe, llano y sobrio, le dicta al corazón las extrañezas de la razón; con la bella esperanza de expresión fortuita.

Durante el agravio de la ausencia del alma, el corazón tiene que portar con honra la voz del poeta en sus cantos, en sus verbos y en sus versos. Siendo por la musa, y para la musa, cada palabra que se exprese; mi amada, alada y dorada, encarnada en conjunto con su cuerpo, a éste corazón y a mi alma errante.

En lenguaje prosaico de palabras sutiles y habituales, con el decoro de un poeta de rugido mudo, mas el recato retórico del eterno clásico y la audacia del modernismo, con la sencillez franca y filosófica; en un sola palabra con la casualidad del amante.