Cambiemos la dirección, intercambiemos los géneros, ... Se escriba como se escriba resulta imposible, resulta inaceptable, resulta imperdonable...
¿Dónde empieza la cabeza? ¿Dónde acaba el corazón?
¿A dónde me llevas, pensamiento? ¿Cuando perdí la razón?
Viento del pasado: Dime que todo fue un cuento,
¿quizás un sueño? ¿Una apuesta sin dinero?
Te quiero, te amo... ¡Pérfido amor!
No me mientas... Estuve ciego,
a tientas busqué la gloria,
y en el umbral de la historia
tu ego, tu dolor, tu fuego...
Y la vida se cercó...
Cual mariposa prisionera,
cautiva quedó mi alma.
Y en la palma de su mano,
de la tuya, querida,
y en la vera de sus deseos,
los tuyos, claro,
quedó mi voluntad.
En vano quise explicar,
mi palabra... ¿O era mudo?
Imploraba, te rogaba:
Deja que abra... Mis sentimientos...
¡La verdad! ¡La verdad!
Boludo, loco pretencioso...
¿Escucha el fuego a la madera?
¿Escucha el martillo al clavo?
¿Poco? ¡Nada!
Ni un poso de entendimiento...
Tu naciste para mí,
me perteneces, puedo quemarte...
Puedo clavarte... ¿Y pues?
¿Te perdiste? Por amarte...
Lo siento así, tanto...
A veces demasiado...
¿El grito? Espejo de tus callados te amo...
¿El llanto? Reflejo de tu distancia...
¿El golpe? Rancia salsa de las caricias,
sí, las que no llegaron...
¿Mi desprecio? ¿Qué esperabas?
¡Necio imbécil! En todo hay un precio...
¿mis ruegos? Fíjate, recuerda,
siempre cuando te ibas,
un quédate imperativo.
Eran mi cuerda,
los pliegos de tu rebeldía,
el hacha de tu osadía...
¿Qué querías?
Te lo dije: Eres mío...
¿No lo veías? ¿No lo intuías, siquiera?
Quien siembra, recoge,
y en la era que rige el amor,
tu labraste en mí a tu hembra,
por y para siempre, la mejor,
quien más te ama,
seré tu ser,
la nana de tu futuro...
¡Quiéreme! ¡Quédate! m>
Apóyate en mi pecho... Verás, no será duro... Si siento tu presencia, y borras tu despecho... Verás, seguro... Todo irá bien...