A quien me dijo que para ser poeta hay que estar preparado y abarcar un vocabulario extenso. Que si no, no me puedo llamar poeta... A quien me dice que un poeta que escribe con palabras simples solo esconde su falta de pericia y pobreza de cultura; y que tengo que saber de métrica, de sonetos y estilos de versos... Que debo saber de todo, desde qué es un solsticio hasta cómo se desarrolla una fotosíntesis. Que de lo contrario, cómo voy yo a pretender hablar de un árbol de otoño si desconozco los fenómenos que embellecen sus hojas...
Que tengo que aplicar un conocimiento extenso del idioma y manejo de las palabras; porque si no, no saldría de mí nada valioso y duradero, solo algo simple y sin gracia, poesía barata y novata según él...
A ese mismo y al que preciso le he leído sus letras reposando con insípida refines y palabras raras... A ese que cambia la palabra mujer por musa y bolígrafo por pluma. Que cambia el atardecer por ocaso y amanecer por alba. que estampa las palabras con excelente dominio y manejo de ellas, A ese le contesto con la simpleza de las mías: que para ser poeta, no hay que saber de todo. Que solo basta con lograr copiar en la hoja lo que su alma le pide o le llora. Simple y nada más que eso, a su manera y experiencia, sea esa poca o amplia... Que de hecho, mi estimado y sabiondo poeta, la mayoría de escritores como tú quedan atrapados entre tanta preparación, pensando y pensando una y otra vez qué palabra inusual copiar, expanden su vocabulario en la búsqueda de enriquecer sus letras exprimiendo el diccionario como una fruta a la que ya solo le sale un jugo que no sabe a nada.
le meten física a su poesía, astronomía, ciencia y todos sus conocimientos adquiridos tras los años; pero, a la final, el resultado es más de lo mismo... No saben que en lo simple puede estar la salida a su estancada inspiración. Que la poesía es más del alma que de la preparación. Que a veces hay que soltar el martillo y el cincel y esculpir con las manos. Que a veces hay que escribir hasta de lo que no se sabe, y ni se tenga idea de lo qué pueda ser. Que un desamor se puede convertir en tu mejor poema tan solo y nada más, que usando las simples y cotidianas palabras que el llanto imparable deje salir de tu boca.
Por supuesto y claro está, que la preparación y el estudio enriquece tu alma y te mejora en muchos aspectos. Pero no vengas a decirme que soy menos que tú porque mi estilo es llanamente simple; porque con la misma simpleza vuelvo y te digo, que comparando nuestros poemas, puede valer más un instante mio mirando al cielo; que todos tus días dedicados a tu indispensable preparación. Porque la poesía si llega a mí, lo hace sin permiso, este preparado o no.