La niña muy curiosa observa y dice….
Ahí va Antenor, por el sendero del monte,
Valiente y decidido,
Siempre solitario y callado,
En busca de las costas del dulce.
Y la niña se pregunta…..
¿Qué sueños navegaran en su mente?,
¿Qué rumbo tomaran sus miradas lejanas?,
¿Que buscara en los reflejos del agua?,
¿Donde anclaran sus pensamientos?.
La niña recuerda….
Ahí está Antenor, sentadito a la vera del dulce
En perfecta armonía con la naturaleza,
Escuchando el silencio, formando parte del paisaje.
La niña añora….
Ahí están Antenor tus huellas intactas
En las blancas playas del dulce
Puedo verte regresar a sus costas
Bajando de la barranca por el sendero
Que aun recuerdo tomabas.
La niña suspira profundamente
Y exclama,
Aun puedo volver a ese al patio
Donde jugaba hasta el cansancio
Y a la distancia puedo observarte
Regresa, Antenor, por el sendero
Por el cual tempranito te fuiste.
Cargas en una de tus manos una caña de pescar
Reducida en su mínima expresión,
Nailon, pesa y anzuelo.
Y en la otra, el rico cardumen
Que adornara tu mesa.
Y pronto te encontrare sentado
Bajo la sombra del mistol
Regalándonos tu paz y tú silencio.
Antenor, mi abuelo hoy así, te recuerdo.