Las melódicas notas de sus besos
me sitiaron el alma con su esencia,
y suspiros sensuales y traviesos
me envolvieron con rítmica cadencia.
Con el \"pungi\" que trajo del oriente
doblegó mi gallarda bizarría,
hoy me tiene rendido dulcemente
embriagado en su dulce sinfonía.
Con celestes adagios de ternura
me encadena a su piel y sus antojos,
y cautivo en su estética hermosura
me convierte en esclavo de sus ojos.
¡Y navego en la luz de sus pupilas
como en aguas profundas y tranquilas.
Autor: Aníbal Rodríguez.