Sentir la vida genuina
posada en la pradera verde
salpicada de las primeras \"bellis\"
blancas y tiernas
y las dulces \"nomeolvides\" azules.
Acariciar el viento
con el pestañeo de los ojos en días soleádos
el aroma a plantas silvestres
como un roce aterciopelado
sobre la piel.
Esperar que se alce lento el sol
entre nubes blancas
recorriendo el cielo azul serenamente,
pisar la tierra descalza.
Sentir la calma,
el corazón caldeádo
el beso de la luz alejándose.
Vivir entre tus palabras de seda
que prefieren el silencio
cálidas y sosegántes
frente al brillo del sol
y sus reflejos de oro en tus ojos café,
su dulce luz
guía las veredas del amor
siempre bordeadas de flores y fragancias
dejándose mecer en los brazos de la primavera.
20-3-2019