Hoy no puedo.
Y quién sabe si podré más tarde.
Tal vez no comprendas la sabiduría
que acordona mi impotencia,
desangrándome.
Curándome de ti.
Porque ayer tampoco pude
aunque no estoy aún cierto
que hubiese deseado poder.
Estabas allí, inerme.
Curándome de mí.
Pero no pudiste tú.
Y se me desmoronó la existencia.
Construiste poderes que no eran míos,
y ya no estuviste más.
Me heriste de tí.
Te busqué.
Pude y no pude otra vez.
Pero no te hallé jamás a ti.
No eras tú, nunca lo eras, aunque insistiera.
No pude volverte a mi lado.
Y me herí de mí.
Hasta que volteaste tus ojitos de nardo.
Y no pude más.
Nunca lo había logrado.
Y nuevamente yo en tí.
Y tú...
¿Tú dónde estás ?
Sanaste de mí.