Níveos narcisos el rocío perla
en el tierno nacer de la mañana,
irisadas lágrimas de los dioses
que por los blancos pétalos resbalan,
sutiles átomos de las estrellas
que en la noche lloran y derraman,
como gotas de diáfanos cristales,
sobre las flores más inmaculadas.
Etéreos zumbidos revolotean
entre las lenes corolas nevadas,
libando de las purísimas flores
sus esencias dulces y delicadas.
De oro aroman el éter
los filamentos con suaves fragancias
y de los blancos pétalos
se diluyen las irisadas lágrimas.
Mi alma sigue soñando
del río por las onduladas aguas,
mientras en el azul
celeste se oye una alegre tonada.