Entre herrosos páramos
y áridas brumas,
sin tocar la atroz y desconocida
superficie
de las crispadas y níveas
montañas
de los Andes,
despliegas tus enormes alas
y vuelas sobrehumano.
Eres la amenaza
del sibilante Viento
Huracanado,
que recorres,
naciendo y muriendo
a diario,
desnudo de piedades,
sin jadeo ni aflicción
alguna
y con voluntad férrea
y admirable fortaleza.
Tus garras
en corvo,
buscan la presa en
bestial e impiadoso vuelo.
Vuelos entre el Aire
y la Pureza azul
y gélida de los glaciares
del Sur de mi Patria.
Eres la saeta, que recorre las almenas
de los castillos de hielo,
y el celeste y agónico
cantar
de los arroyuelos congelados
en pésames,
dispersos y sin pausa.
Cóndor de las negras y níveas montañas,
llévame contigo,
perfila y pule
los temidos espejos
de mis ojos,
que dibujan y reflejan,
hoy,
(sin entenderlo)
los Glaciares inhóspitos
y transparentes, gastados
y perennes,
que sobrevuelas tenaz
y sin descanso…
(Sombrío, Soberbio,
Mudo y Eterno).
Patricia Aznar Laffont