No sé si te describen 5 párrafos o una mueca.
Pero, justo en el día de la poesía, se me ocurre escribirte.
Que original ¿no?
Original como tus lentes obscuros,
el sonido que estimula tu creatividad,
o tu caracteriztica manera de hablar sobre política,
y de alguna extraña manera terminar hablando sobre gatos.
¿Gatos? Los ronroñosos que nos producen ternura y desgracia.
Que nos visitan y nos abandonan cuando les place.
Justo ahí, encuentras su esencia particular.
O quizá, la razón del deseo.
El deseo de tocarlo y no te permita hacerlo.
El deseo que profana en su mirada, que te confirma su lejanía.
Y te hace desearlo aún más.
El deseo de su ronroneo cerca de ti.
Para escribirte hay que salir a correr, es necesario.
Con el objetivo de atrapar todo aquello que se escapa.
Que viene, penetra la cabeza y huye.
Y de repente corro hacia ti y nos hundimos en un abrazo.
No sé por qué, ni cómo, pero todo se fulmina.
Y existimos en uno. Somos una masa que palpita.
Te lo dije. Hay gente que es poesía con solo abrazarla.
Ahora el que corre eres tú.
Te mantienes atento al camino, y yo te guardo
un poco de bendiciones en tu mochila, para que
a donde llegues, te mantengas firme.
Pero no es necesario, siempre brillas.
Aunque te digas ser amargado. Llevas arco iris por aura.
Y a algunos nos iluminas los ojos, cuando saludas.
Y robas suspiros, y deseos mundános.
Te desplazas en los ventalanes y eres vibración.
La música es tu motor y ronroneas.
Te fusionas con las notas que no existen y te creas.
Te existes.
No te conozco nada pero aprecio tus siete vidas.
Y pareciera que te conozco, solo entre siete notas.
Y tu no notas que me vuelves loca.
Y de repente... corres.