Vengo del dolor y de la pobreza.
¡Mira!, cómo gotean mis manos,
cómo tiemblan cuando acarician la luz de tus ojos,
soy una reliquia en un mundo decadente,
soy el frío sudor de la frente,
el poema de un ser humano,
recuerdo mi humilde nacimiento
y cuánto amor mis padres derramaron,
una niñez que no pasó indiferente,
el cuadro de un pintor enamorado,
soy un sediento que con afán busca la fuente
que roba la sed de un corazón enamorado,
como canta la abeja en su gracioso vuelo,
quiero beber en la flor de tu alma
y llenar de amor la mecha de tu pelo,
estamos juntos en la profundidad de las raíces
del árbol donde se alimentan los sueños
recordando mi infancia pobre,
un niño que se llenó de desvelos
sin una cuna para dormir
ni un pequeño sonagéro,
pero tenía el calor que dan las almas
de dos padres buenos,
gracias a Dios
hoy cansado, en el retiro de la estancia
traigo entre mis manos un puñado de recuerdos...
Me abanican las risas de tu boca
que llegan como el rayo hambriento
y se rompen en el corazón de mi copa,
esa copa que es la sal de tu aliento,
tengo fría el alma, tu me arropas
me das el dulce calor de tu cuerpo,
eres la bisagra que abre mi puerta
entras y sales en mi pensamiento,
tu eres mi huerto donde siembro
cada día el amor puro y tierno
y lo riego con la sangre de mis venas,
escucho el perfume de la madera
cuando cae el árbol de tu mirada
en las constelaciones de un cielo infinito
donde perdura la paz de los poetas...
Salpica el agua al río y este grita:
¡No me mojes, que hoy voy de vacío
no ves que llevo el traje seco!
¡Mira que eres borde amigo mío!,
será que tu agua escondes
en el fango de tu alma
para no regar estos sueños
que llevo en el corazón metíos...
Soy cantor y soy poeta, y vengo del dolor y de la pobreza...
Solo soy de tu amor un pobre enamorado...
Y me escondo del río entre las piedras
que no me salpique el agua del dolor mío...
Pero siempre levanto mi copa
y bebo del agua clara de tu boca...