andrea barbaranelli

La sombra

Me he encontrado con mi sombra  

bien adherida a mis pies.

Por más que patee con furia    

no hay modo de despegarla.    

 

Ella prosigue en seguirme

obstinada y rencorosa,

más negra o más clara según

la luz y el pavimento.

 

Hay veces en que se levanta

del piso como un resorte

y se adueña de la pared

en la que quiero apoyarme.    

 

Por momentos se reduce

a poco más que una mancha,

una manchita en la orla

de mi camisa más blanca.

 

A veces pues la confundo

con la sombra de mi padre

que vuelve del otro mundo

para reñirme y punirme;

 

y hay veces en que la confundo

con la sombra de un amigo

esfumado con los sueños

de una juventud perdida

 

o con la de una mujer

que hubiera podido cambiar

mi imagen vacua e irreal

en cuerpo firme y presente.