Sincronizo la frecuencia de las palabras
que descienden del pensamiento a mi boca,
las examino con la delicadeza sutil
del lenguaje, que formado por siglos
esculpió su semasiología,
dando forma a la vida que sale de nuestras voces,
conjugadas entre tanta belleza en agonía
que se cuela por callejuelas
con rumbo a destinos disímiles,
reparte besos en el austro
y entra en las escuelas y los teatros
y se viste de comedia a la hora del luto.
¿De dónde vienen las palabras del alma?
Eso, que nos hace desvestir los arcoíris
y perfumar al viento de la tarde
cuando me hace pensar en tus ojos,
cuando por vocación beso un lirio y aspiro
el néctar de tus labios,
el manoseado oxígeno;
¿de dónde salen las frases escondidas,
anidadas en las entrañas?
Que vuelve soñadores a los amantes
que se juran amor hasta en eras post mortem,
y vuelan en una alfombra mágica
en el cuento de su única noche,
que se vuelve la pertinacia sagrada
de dos almas que corren de la mano a lo eterno.
Quien quiera que seas,
o cómo te digan,
unos inspiración, otros poesía, estro.
Quien quiera que seas o de donde provengas,
bienvenida al abismo de mis días,
a mis trópicos
cada vez más encendidos por tus rayos,
vehemencia de las cosas por venir,
elíxir de la alegría,
cuna del dolor apagado,
pozo con el extracto de lo que se ama,
musa de los pueblos,
madre del victorioso y el perdido,
dama vestida por la noche
para acompañar al que desfallece,
o al que espera solo en el bar de la esquina,
la copa subsecuente que no debió existir,
pero que por costumbre aniquila su esencia
por el amor perdido,
y mientras le consuelas el alma,
escribe una nota triste que se vuelve canción.
Quien quiera que seas,
mi amor de ojos de fuego,
dama de libre lengua como la primavera,
desde el punto sin retorno,
donde nace la soledad en calma de las almas,
de ahí, hacia donde no mira nadie
y brotan los amores que transfiguran vidas,
de lo más recóndito del ser
nace la gratitud y mi amor por ti,
por las cosas sencillas,
las que recibo de tu mano alada
cuando rozas mi frente con tu aliento,
las que parecen simples,
pero guardan la esencia de un corazón en llamas,
de un beso florecido a media luna.
Hoy te escribo a ti,
quien ha iluminado mis noches de agosto,
y puesto en mi mano el verso libre
de reglas y ataduras,
la palabra franca que me mantiene con vida,
la que cifro en lo que va quedando
de la entelequia y la cordura,
de pensar que soy en esta caravana
uno más que se asió de tu vestido,
que te busca en el bancal de sueños separados;
tienes admiradores que desviven por tu aliento
amores hasta el fin de los tiempos,
tienes muchos amantes, y el último de todos:
este simple poetastro sin genio que te escribe,
amándote en la alegría y la nostalgia
que traen los días por venir.