I
No soy capaz de ver a Dios
pero a ti no quiero olvidarte.
En este corredor
no sé si soy
luz o sombras.
Sólo sé que quiero verte
de nuevo por primera vez.
Entro en tu cuarto a darte un beso
vine a despedirme
pero no quiero despertarte.
II
Desde entonces ves en el silencio
el eco de las voces que se han ido.
Y hoy no quiero ver la luz
pero a ti sí quiero mirarte.
No sé si escuchas mis gritos.
-te echo de menos y quiero tocarte-
En la pureza de tus ojos
llevas la claridad y la visión
y estás tan viva
que me da miedo tocarte.
-me da tanto miedo-
Quiero contarte lo que veo
no sé si podrías entenderme.
Veo la magia que desprendes
y siento
que ya nunca más estaré sola.
-si decido quedarme-
Me escondo en los espejos
porque sé que ya no puedo estar aquí
aunque tú quieras abrazarme.
La noche es mi reino
pero este aire que no respiro
te está robando a ti el aliento.
III
Yo sé que tú has vivido
este tiempo entre dos mundos
y quizá el amor es el hilo invisible
que lo conecta todo.
Ya no quiero que entiendas todavía
las verdades de este mundo
porque el sol merece tu sonrisa
y la luz de tus momentos
-quiero que vivas-
Quizá algún día pueda escaparme
de la penumbra de esta habitación
en la que ya no puedes reconocerme.
IV
Siento tanta tristeza de irme
que ojalá tú seas feliz
y sepas que llevas contigo
una parte de mi alma.
Que te rías, sueñes y florezcas.
Que me sueltes
y así quizá pueda escapar,
a formar parte de otras cosas,
darles mi energía
y por fin ser libre.
Suéltame.
No tengas miedo.