Laura Ontiveros Plaza

El amor regresa

El suspiro flota hacia donde el aliento del amante lo llama,

y penetra lento el pulmón que lo reclama, 

así como los ojos miran poseídos 

solamente a la mirada amada,

la lengua vive en la piel donde se quema, 

donde se quemó, donde se quemará,

y el corazón palpita cuando se acuesta en ese pecho 

sintiéndose eterno.

 

El amor no tiene dueño, 

aunque siempre regresa donde obtuvo alimento.