Hijo,
has legado mi estigma.
No te asuste,
no te impresione,
conocida ya la ardua tarea,
compartiré tu carga.
Hallarás flores y cardos
en tu camino,
que nace reciente,
en Himnos Soleados
o en las más oscuras
Penumbras.
Verás, en ellos
lo que Otros no pueden.
Y tal vez halles un Hueco
en donde puedas
curar tantas heridas,
y encerrar tus fuegos
y tus espumas blancas y frías,
huracanes y tormentas,
tan tuyas y como desconocidas
Yo seguiré junto a ti,
muy cerquita,
por si me necesitas.
Encontrarás en esta
silenciosa viajera
y aventurera temeraria
a alguien quien conocerá tu dolor,
y tratará de echar bálsamos
a tus heridas,
y apagará suavemente tus incomprensibles,
dolores y llamas..
Abrigaré con mis besos
y caricias,
los hielos que te dañan.
Hijo, no es tan malo,
(serás más Hombre que el resto).
Palparás en carne viva
las Verdades Eternas
y los Sueños..
escucharás la Música de las Almas,
su candor y su defecto.
Hijo,
No te asuste, no te impresione.
Serás Amanecer y Ocaso
Sol y Luna,
Contraste y Armonía,
Raíces y suspiros.
Pero, a tu paso vacilante,
por la insegura senda
que empiezas a transitar,
no estarás solo…
escondida en una estrella,
en un pétalo de magnolia pura,
en la ola mareante del océano
y en aquella sutil brisa
azul y sibilante,
escucharás la vieja voz
que te susurra despacito:
“No te asuste, no te impresione
YO soy Tú eres Nuestra Sangre”.
y con sólo respirar
un suave aroma,
allií estaré, hijo
fundida en ti
hecha Cielo,
Mar Y Soplo Dulce
decidida, amor,
ante Dios,
a refugiarte.
Patricia Aznar Laffont
(dedicado a mi hijo Pablo Ignacio en 1992)