No hay edad para huir
y volverse ciegos.
Los muertos son ciegos a la vida
y de ella, huyeron;
menos hay edad para expirar,
a veces
el aliento no soporta los golpes de plomo
y se desploma.
No hay edad para emancipar
a las rosas del desierto
y dejen de naufragar en espejismos y venenos.
No hay edad para dejarse algo:
un camino,
una lágrima,
un puente espinoso,
un pavor erguido en silencio.
No te conozco lo suficiente
como para agregar a este párrafo un renglón de tu vida
y por más que quisiera atinar
no sabría
la primera vez que desde un aeróstato
quisiste dar la vuelta a este mundo que tiene complejo de jorobado
y aprende a agachar la cabeza.
A estas alturas has aprendido a diferenciar
los espejos que hay en cuartos de baño,
o en habitaciones o los que están colgados en muros inoportunos,
de los espejos donde te reflejas sin que tú consigas verte
sin que lo sepas.
Ahora que tienes noción de Ícaro
se aprende a caer
y a levantar primero las manos
antes de abrir la boca
...me faltan años para tener tu edad
aunque de diferencia me lleves sólo diez meses,
no estoy listo para morder y acariciar la vida.