Camino sediento
por mares de arena
perdiendo el aliento,
pagando mis penas,
rogándole al viento
que traiga serenas
las nubes del cielo
cargadas de néctar,
que caigan al suelo,
que laven la tierra
que cubre mi cuerpo
curtiendo mis telas
de negro siniestro,
de viejas condenas,
del paso del tiempo
poniendo cadenas.
Con gotas de vida
que cura el olvido,
que rieguen la herida
con canto divino,
sembrando semillas
de ramas de olivo
con flor amarilla
cual sol y su brillo,
de olor a vainilla,
belleza de lirio
que nunca marchitan
su verde y florido.
Mis pies, que descalzos,
se entierran en suelos
que tragan mis pasos
y anhelan mis restos.
Postrando mis manos,
mis uñas y dedos
me arrastro despacio.
Persigo mis sueños.
Siguiendo su rastro.
Matando mis miedos.
Alzando mi canto
Por los que se fueron.
El sol sigue ardiendo
quemando la seda,
regalo de viejos
recuerdos que esperan
antiguos anhelos
de cielos y estrellas
que son los cimientos
del hombre que queda.
De rabia, mis huesos;
de furia, mis piernas;
mis brazos son de esos
que se alzan y vuelan;
de roca mi centro
que fluye a mis venas
la sabia del tiempo
que sabios me dieran.
Me muevo en silencio
por mucho que duela.
Avanzo siguiendo
mi rústica senda.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Autor: José Gamarra
23/03/2019
Crédito de la imagen: James Rinere