Para morir en París, con decencia,
sin espacio para el olvido,
no es necesario ser ricos.
Juan Montalvo, humildemente,
manifestó una frase
que es un legado
para la humanidad:
\"Siento que me voy a morir
y deseo ponerme mi mejor traje\".
En la penumbra de su habitación,
se vistió elegantemente -de gala-
se sentó en el más cómodo sillon
a esperar la llegada de la muerte,
asegura su amigo Rufino Blanco.
\"Cuando vamos a cumplir un acto
cualquiera de solemnidad nos engalanamos(...).
Ningún acto puede ser más importante que abandonar la vida.
A la muerte debemos recibirla decentemente\", dijo.
Con las pocas monedas que le quedaban
mandó a que le compren flores.
Le llevaron cuatro claveles.
Poco tiempo después,
de llegar sus claveles
exhaló su último aliento.
Murió en el cuarto piso,
casa 26, rue Cardinet, París.
Era un 17 de enero de 1889.