Y cuando sonríes
en la oscuridad de la madrugada
que nos trajo aquí,
iluminas cada esquina de tu habitación,
y es cuando puedo ver tus ojos,
risueños y nerviosos,
y puedo ver tu pelo que se enreda con la brisa
de cada suspiro que suelta mi pecho.
Y cuando sonrío
en la oscuridad de la madrugada
que nos trajo aquí,
es porque siento los hilos
del calor que produce tu voz,
hilvanando en pares
los pedazos de mi piel mutilada
que dejaron esos días
en los que abandonamos nuestro hogar,
negando que caminamos en círculos,
y siempre nos vamos a encontrar
a la mitad del recorrido.