Odio tu silencio, querido mío.
La distancia me estremece, me agobia, me condena
a no mirarte cuando y cuanto quiera...
Querido mío: tengo llagas en los ojos que te esperan.
Tengo herido mi silencio sin tus labios.
Y en el pecho una alondra agonizando.
Amor mío, ¡llámame! ¡levántame!
Hazme vibrar... —Hola, mi niña, ¿cómo estás?