Veni
¡Mirad! Ha llegado el hijo
del odio y el mal azar,
sí, aquel que no sabe amar;
diablo de ramos de olivo
con mentiras y acertijos.
Y llegó con sus mil versos,
tres mil argumentos tercos,
desdén a lo establecido,
un espíritu atrevido;
alma obscura universo.
Vidi
Miró, apreció la decadencia,
caderas, así, asimetría,
primigenia geometría,
la dignidad, la resiliencia,
la fugaz y justa disidencia,
aquel discurso contaminante,
las tan-tantas y malas amantes
(pero que aman la poesía),
las musas de palabras vacías;
y su belleza anquilosante.
Vici
Busca y rebusca como ir a escalar:
las grandes cimas del torso de Artemisa,
el misterio detrás de las sonrisas,
la oscura falsedad de realidad
y el malditísimo temor al tal cristal.
Y busca y rebusca en la sacra historia,
allí, en los anales y en las memorias,
feroces nombres y hombres para derrotar,
pues prefiere la inmortalidad
mucho antes que una simple victoria.