Hoy sabe igual que ayer,
sabe a tristeza.
Será porque asoma la luna y te encuentro esta noche más bella.
Ayer te vi y sabía igual que hoy,
sabe a tristeza.
Comienzo a darle la razón a los que yacen en sus tumbas,
cuando presurosos advertían de la abrumadora lontananza,
tierra desolada que paulatinamente roza mi alma.
¿Acaso es esta la tierra prometida?,
después de caminar y caminar por el impávido mundo,
me he dado cuenta de que todos los caminos conducen aquí.
Y aquí ya no atravesàs
el agua,
ni el río que te peinas,
ni el mar que tu te bañas,
ni siquiera el corazón de cristal que te pertenece.
En este lugar todo es sombrío y no sueles ver la luz.
Pero yo,
uno de tantos viajeros atrapados,
logre ver el rayito de luz que asocio a ti,
de allí mi amor,
mi capricho,
y mis remilgos,
llàmalo como quieras.
Pero tu,
en cambio,
sin pedirlo,
sin saberlo,
sin decirlo,
penetraste el lúgubre cuartel de mi alma.
Y ahora buscas desahuciar este amor,
que sin buscarlo, ni llamarlo,
de su cascarón ha salido.
Si consideras corto y loco el tiempo en que penetro tus raíces,
no te afanes por dispersarme,
no entiendes que me liberas.
Solo intenta que la contrariedad de mis poemas no te toquen,
y yo solo intentaré que cada letra,
al igual que cada suspiro y cada acorde,
penetre tu alma,
me libere,
y nos permita converger.