Encerrada en mi propio mundo, gris y oscuro, lleno de pensamientos y recuerdos de un amor perdido, de dolor lloraba, quizás por la tristeza que me acompañaba, interrumpida por la melancolía de un mal día.
Surgió dentro de mi el rencor a la vida y decidí ya no seguir para dejar de sufrir por lo que antes fui.
Fue entonces cuando vi pasar a un vagabundo que sonreía al encontrar un poco de comida y un lugar que lo acogía.
Me sentí tan cobarde y tan débil al pensar que él carecía lo que yo tenía y aún así le sonreía a la vida.
Decidí seguir viviendo, disfrutando de las pequeñas cosas que me hacen feliz y borrando todo aquello que me hacía sufrir.
Cada día despertando, escuchando mi corazón latir y observando el sol salir, como señal de que un nuevo día me espera. Quizás lleno de victorias, triunfos o derrotas, de lágrimas o sonrisas, pero siempre con la esperanza de ser feliz y dejar el pasado fluir.
Todo mal encuentra su fin. Sólo sonríe y sé feliz.