Eso empezó cuando tiraron una piedra
contro la vidriera del comercio de los Coen.
No era la Noche de los cristales,
pero pudo convertirse en ella.
Para prender un gran incendio basta una pequeña chispa. *
Y nunca digan: esto, aquí donde nosotros, no puede pasar.
En realidad, pueden pasar las cosas peores.
Solo por ignavia
negamos los delitos más graves
cometidos por fuerzas
que escapan a nuestro control.
Miedo y cobardía generan la ferocidad
de quienes se ensañan en los más débiles.
Ni siquiera es necesario tirar una piedra
y romper una vidriera.
Los asesinos de la Noche de los cristales,
con en una mano una piedra y en la otra un cuchillo,
se agitan dentro de nosotros
permanentemente.
* Poca favilla gran fiamma seconda, Dante.