Mami,
usted discúlpeme,
pero tú eres, tu eres,
esa gata, esa gata,
que me calma las ganas,
insaciable gata que aruña,
que me revuelca en la cama,
como imparable batidora,
quebrando sus caderas,
hasta llegar a su clímax,
y quitarle hasta la última gota,
de jugo a su presa,
esa gata, esa gata,
una indomable fiera,
que me asecha, me ataca,
me adentra a su jaula,
soy su presa favorita,
salvajemente apasionada,
con sus fantasías pervertidas,
me come, me saborea,
en mi cuerpo dejas sus huellas,
como marca de quien es la que manda.
“Tu mi gata, yo la presa,
has lo que tú quieras conmigo,
tu gana, cázame cuando quieras o como quieras,
has lo que tú quieras conmigo,”
“Esta gata encelo llena de lujuria se entrega a tus brazos sin perjuicios y con placer, porque soy adicta e insaciable al comer de tu carne y beber el dulce néctar de tu ser. Esta gata se estremece y gime de pasión para llegar y trepar en ese bosquecito donde el arbusto se adueña de mi ser.”