Transito por la penumbra de tu ser,
caminando por tu infinito desprecio
y ahogado en un estruendoso silencio
que agobia mi manera de ver.
Te admiro en la distancia tan hermosa y tan angelical,
quién pensaría que estarías cerca de este ser,
piensas que soy bueno,
pero no demasiado,
esperas que pueda alcanzar todo aquello que anhelas
y al mismo tiempo tu mirada me confiesa
que jamás lo conseguiré...
No me finjas con sonrisas que estamos bien,
sólo grítame con tus melosas palabras el por qué,
no te obligues a acercarte a mi,
sólo dime qué es...
Odio tu pausado silencio,
el cual podría durar toda la vida,
odio la distancia,
el cual me ahoga en agonía,
odio el no entender la razón
para no estar dentro de tu corazón.
Odio estar afuera,
congelado en un mundo despreciable
mientras no te pueda ver.
Me siento tan vacío por dentro,
tan efímero como una cálida brisa en otoño,
tan pasajero como una hoja en el viento,
tan importante como lo es
una estrella fugaz en el cielo.
Te seguiré sonriendo,
de eso no te preocupes,
seguiré callado,
tampoco te apures,
no gritaré,
no reclamaré, no discutiré,
estaré atento,
me mostraré contento,
mi conformidad será a tus deseos,
mi persona seguirá siendo tu rehén
y mi corazón tu juguete para el estrés,
no sabrás si mi dolor es pasajero o definitivo,
no te darás cuenta si mi amor es fuerte o asesino,
no te enterarás si estaré acá o me habré marchado,
nunca entenderás que mi única y fiel amiga es mi eterna soledad
la cual me abraza cuando todos me han abandonado,
llevándome de la mano
hacia aquel lugar al cual todos temen,
aquel lugar del que todos corren,
pero que en realidad es mi paraíso,
sin dolor, sin llanto, sin temor, sin máscaras,
sólo uno mismo al fin,
conectado a la nada en un hermoso vacío de paz.