Nadie sabe lo difícil
que es deshacerse en una de estas
y saber recomponerme luego
de mil maneras
pero nunca completa.
Siempre me dejo los trozos,
y son esos los vacíos
que me ves en los ojos
como cristales rotos de aguamarina
que miran hasta cortar
porque el arte es un dolor tan necesario.
Y tú lo sabes bien
cuando me dejas
mirando al mar por la ventana
en un piso con vistas a ciudad
a kilómetros de ti
haciéndote poemas sobre lo difícil
que resulta que me entiendan
cuando lloro porque soy feliz
y río cuando veo a mis fantasmas,
cuando ardo por la piel
y soy al mismo tiempo
caos y mantra.
Nadie sabe lo difícil
que es dejarse los huesos en la tierra
como semillas
y esperar que crezcan amapolas.