Para estar, por lo menos, en presente
y no en pasado, mortecino y solo,
hay que tener la decisión ferviente
para el cambio, sin falso protocolo.
El futuro es hipótesis caliente
que nos brinda esperanza de algún modo,
ofrecida por un tiempo inexistente
donde es fuego ilusorio casi todo.
Revolución entonces permanente
si queremos salvarnos de la oscura
cavidad de ese abismo inexorable,
donde iremos a dar, seguramente,
si rápido no actuamos con bravura,
contra el flácido reino de lo estable.