Es cierto, terminó.
Mas sigo esperando la respuesta
aunque también, no te niego
a esas palabras le tengo miedo.
¿Por qué? ¿Cómo fue? ¿Qué hice?
a ninguna de esas realmente me respondiste
utilizando frases que ni a ti te convencían
dando fin a esto que yo tanto quería.
Al final, la razón te quise dar,
aún con el alma sangrando
y la mente en otro lado
cedí a tu requerimiento
aunque no era justo
lo que a lo nuestro estabas haciendo.
Dejé que me acabaras con tu razonamiento
dejé que me cargues con toda la culpa
y casi me hundo en esta ruptura
nadando entre mil preguntas
cuyo peso de interrogación,
hizo que afloten muchas
y muchas más dudas.
Pero hay algo más que no logro entender.
Esto que me cuesta creer.
Si te di lugar a explicarme tus motivos
¿por qué te niegas a escuchar los míos?
¿Por qué cruzas los brazos?
¿Por qué levantas las manos?
¿Por qué las bajaste de nuevo
y la espalda me diste sin más remedio?
Por fuera lo estoy aceptando
pero llega la noche y en ti estoy pensando.
Seguiré esperando aquellas respuestas
que en algún punto de mi cabeza
a morir se niegan.